Los Libros de Junio
Estudiante en París de Filosofía y Letras Modernas, la escritora y activista Elizabeth Duval (Alcalá de Henares, 2000) inicia un diario que inevitablemente acaba transformando su realidad, mediada por una especie de concepción novelesca de la propia existencia.
Con un talento excepcional para hacer dialogar su prosa con la historia de las ideas, proponiendo así un interesante dispositivo de estimulación intelectual, a lo largo de Reina circulan numerosos asuntos que zigzaguean entre las esferas de lo público y lo privado. Entre sus temas destacan la vida universitaria como iniciación a la madurez, la política bajo el capitalismo tardío, o el amor postadolescente desde una óptica que desborda todas nuestras expectativas sobre el asunto y lo sublima en una reflexión sobre los afectos y el deseo tan universal como radicalmente nueva.
Aunque la sigo desde hace años, no había leído nada de Duval, y empezó muy bien, pero al final es un libro de alguien que tenía 19 años cuando lo escribió, para bien y para mal: para bien, porque madre mía, esa autoficción con 19 años. Y para mal por la arrogancia, la egolatría impenitente que sólo se puede tener a esa edad (no puedo señalar a nadie, it takes one to know one). Espero que con el paso de los años se le haya suavizado un poco. La falta de madurez también se hace patente en que parece que no supiera cómo terminar una serie de divagaciones que, por muy bien escritas que estén, al final se hacen repetitivas pese a las escasas 170 páginas. A lo mejor por querer aprovechar el tirón mediático se publicó algo que todavía no estaba para publicar. Aún así, ya quisieran muchos que llevan décadas haciendo esto hacerlo con este talento. 3/5.
We meet our ill-tempered protagonist—the story’s titular “brat”—at a low moment, but not yet at rock bottom. The Gabriel of the novel is mourning the death of his father as well as a recent breakup, and struggling to finish writing his second book. Alone and aimless, he agrees to move back into his parents’ house to clear it out for sale. Here, the clichés end.
Gabriel has trouble delivering on his as the moldy, overgrown house deteriorates around him, so does his own health, and large sheets of his skin begin to peel from his body at a terrifying rate. In fragments and figments, Gabriel takes us on a surreal journey into the mysteries of the family home, where he finds unfinished manuscripts written by his parents which seem to mutate every time he picks them up, and a bizarre home video that hints at long-buried secrets.
Strange people and figures emerge—perhaps directly from the novel’s embedded fictions—and despite his compromised state (and his more successful brother’s growing frustration) Gabriel is determined to try to make sense of these hauntings. Part ghost story, part grief story; flirting with the autofictional mode while sitting squarely in the tradition of the gothic, Brat crackles with deadpan humor and delightfully taut prose.
En caliente, nada más acabarlo, me dio la sensación de que este libro prometía más de lo que luego daba. Sin embargo, me impuse un mini periodo de reflexión antes de empezar otra obra de ficción, y al ponerme a pensar en qué sensaciones me dejaba, el vibe principal es que hemos salido de la visión nublada del protagonista. No se nos da una explicación completa, pero llegamos a entender que el punto de vista que hemos estado siguiendo ha estado más que sesgado hasta este momento, en que empieza a salir de su infierno personal. Todo ello hace que se disipe la impaciencia de la última mitad para dejarnos con una sensación de círculo cerrado más o menos verdadera. Es cierto que, como dicen todos los resúmenes, nos enfrentamos a un protagonista que trata de transitar por el duelo de la muerte de su padre en una nebulosa de drogas, alcohol y depresión, pero no se hace patente hasta que el conflicto con sus seres queridos (particularmente, las tensiones sobre la herencia con su hermano mayor) se resuelve. Más bien, el principal conflicto es madurar cuando se quiere seguir siendo un Brat; pero madurar es imprescindible para seguir adelante. La estructura salta y es confusa porque el protagonista está perdido ante este nuevo orden de cosas, que representa el paso a su vida adulta (la novia que le deja para triunfar en la carrera en la que él se está hundiendo, su hermano con su familia formada, la muerte de su padre que le obliga a hacerse cargo de la venta de la casa de su infancia, las obligaciones laborales a las que no puede hacer frente) queda patente tanto en la manera de estructurar la historia como en los recursos narrativos. Las piezas intercaladas que nos sacan de la narración, como el relato que escribe su novia (vaya joya en sí mismo, una de las cosas que más me han gustado del libro), las cintas de vídeo, los guiones, las novelas que escribe toda su familia, etc. Contribuyen a la fragmentación general. El hecho de que las historias cambien constantemente al inicio me remitía a lo sobrenatural, pero parece más bien que se trata del estado de suspensión y confusión límbica del protagonista. A este respecto creo que el subtítulo le hace flaco favor, porque no es un libro de terror ni tiene nada de fantasmagórico. Algunos símbolos pueden tener trazas de folk horror, como los ciervos que no dejan de aparecer, y es cierto que la atmósfera es algo opresiva, pero no catalogaría esta novela como “de terror”. Bonus points: el relato corto escrito por la novia, insisto, wow; y la relación con su hermano mayor, cómo se va trasmutando en figura paterna para ayudarle a sobrellevar la situación pese a los conflictos que surgen entre ellos. En frío, le cambio la puntuación de 3/5 a 4/5.
Una brillante radiografía de las dinámicas laborales en el sector del turismo.
El turismo ha cambiado la faz de muchas ciudades. Quizá fue motor económico, pero ha generado efectos indeseados y es hoy claramente insostenible. Este libro explora la contradicción entre el lujo que los hoteles de alta gama venden a sus clientes y la realidad social, económica y laboral de quienes trabajan en ellos.
El resultado, a caballo entre el trabajo de campo antropológico, la crónica y el ensayo, muestra la cara más incómoda del turismo y reflexiona sobre el descanso en un futuro poscapitalista.
Aparte de generarme esta reflexión, poco más se puede decir; del libro me quedo con la necesidad de preguntarnos por qué tenemos tantas ganas de escapar, y cómo se nos vende un modelo de ocio como si fuera un paréntesis en el engranaje de producción constante, cuando en realidad es otra rueda de hámster más. Cómo en teoría se supone que estamos descansando y reponiéndonos, cuando lo que estamos haciendo es seguir produciendo, como siempre a costa de los demás.
Las diez historias recogidas en este volumen plantean el terrible escenario,
fuente habitual de miedos adultos e infantiles, de que lo sobrenatural se apodere
del espacio doméstico y nuestra vida cotidiana. En «La cabeza», una mujer se
ve atormentada a diario por una extraña criatura que surge de su lavabo e
interfiere en su día a día, mientras que en «Conejo maldito» –el relato que da
nombre a esta espeluznante colección– es un objeto normal e inofensivo, una
lámpara con forma de roedor, la que extiende una maldición entre todas las
personas que la poseen. A medio camino entre el terror, la ciencia-ficción y la
literatura del absurdo, Bora Chung ha unificado en sus cuentos todas sus
obsesiones literarias: las leyendas tradicionales de Corea, la literatura europea
grotesca, los géneros fantásticos más retorcidos y una generosa dosis de terror
cotidiano, todo ello acompañado de un enfoque feminista, pues muchos de los
horrores que se describen en este libro tienen que ver con los retos, las penurias
y las desventajas de ser mujer en el primer mundo en el comienzo del siglo xxi.
En uno de los relatos, una mujer se queda embarazada de tanto tomar la píldora
anticonceptiva. En otra historia, una joven diseña un androide perfecto, tan
humano y tan vivo, que su amor le impide tomar la decisión lógica, la de
destruirlo. Cada relato nos lleva por caminos inesperados: asombro,
repugnancia, estupor, miedo, perplejidad; todos comienzan en un terreno
firme, conocido, pero rápidamente entran en el espacio del realismo mágico,
de lo ilógico, lo escalofriante o lo cruel. Una nueva voz del relato fantástico que
expande los límites del género con una personalidad arrolladora.
Brutal esta señora, la verdad. Algunos cuentos han sido tan tan mi rollo, que otros se me han antojado algo flojos, pero sólo por comparación. Desde Conejo Maldito, que da nombre a la antología, a La Cabeza, claramente mi favorito junto con La Regla, pasando por Mi Dulce Hogar, Adiós, Amor mío o Los Dedos Fríos…todos geniales. Otros más alegóricos como Cicatrices o La Trampa se me han hecho más largos, pero es lo que tiene una antología tan completa (desde body horror a ciencia ficción o cuentos de fantasmas) siempre va a haber algo que no te resuene tanto. Gran descubrimiento Bora Chung, 5/5.
Ciencia Ficción capitalista: cómo los multimillonarios nos salvarán del fin del mundo, Michel Nieva.
Crítica política y reivindicación literaria en un ensayo que alumbra las perversas conexiones entre la ciencia ficción y el capitalismo.
El capitalismo tecnológico impulsado por Bezos, Musk y Zuckerberg, con sus viajes interplanetarios y sueños de inmortalidad, es una seductora narrativa que se ha apropiado del lenguaje de la ciencia ficción dura para especular con un supuesto futuro mejor. La ciencia ficción capitalista ha devenido en la fantástica narración de una «humanidad sin mundo», de turistas que viajan por el cosmos sacándose selfis mientras la Tierra se prende fuego.
Este ensayo, que reivindica la literatura y hace una crítica política a la estetización tecnológica, nos muestra las perversas conexiones que existen entre la ciencia ficción y la historia del capitalismo.
Este ensayo me ha hecho darme cuenta de por qué hay un tipo de ciencia ficción que me parece soporífero y por qué otro me apasiona tanto como las mejores historias de terror: los señores. Aquellas novelas que tienen un protagonista individualista y emprendedor con complejo de mesías suelen ser las que peor llevo. Y todavía más cuando los futuros que presentan están regidos por corporaciones con intervención mínima del estado en una especie de frenesí digno de sueño húmedo de Musk y Bezos. Por cada uno de éstos, hay una señora haciendo las cosas mejor (esto no lo dice el ensayo, lo digo yo: Ursula K. Le Guin y Lois McMaster Bujold, por ejemplo). Mención especial para La Cuarta Internacional Posadista, que gracias a este ensayo he aprendido que fue una corriente obrera trotskista surgida en 1962 y que vaticinaba que los extraterrestres traerían el comunismo a la Tierra con su venida. 5/5.
Estas y más cosas que leí, en mi goodreads.